Trescientos años de semi-esclavitd nos han dado, a los catalanes, un complejo de inferioridad que nos hace sentir un exceso de respeto, de falso respeto humano, frente a los vecinos españoles.
Ahora mismo en el vestuario del equipo de fútbol sevillano del Betis hay cinco jugadores catalanes; un periodista le pregunta a uno si entre ellos se hablan en catalán y éste responde que cuando están solos sí pero que cuando están de viaje juntos con el equipo no, "por respeto a los demás..."
Pues los argentinos que juegan en el Barcelona entre ellos siguen hablando en castellano (¡en argentino!) y, por lo visto, no sienten ninguna clase de respeto por la mayoría catalana de dicho vestuario. Y los negros que juegan en equipos de baloncesto españoles, no solo siguen hablando en americanenglish entre ellos si no que consiguen que hablen con ellos y como ellos, los mismos entrenadores hispanos; está claro que no tienen ningún respeto ni a su jefe ni a sus compañeros de equipo ni a la ciudad que les acoge y paga, ni a dios ni a su madre...
Tampoco cambian nunca de idioma los clientes de cualquier bar de Barcelona que estén hablando en castellano entre ellos o con el camarero, cuando entro yo. ¡No me tienen ningún respeto! En cambio yo sí que (y, equivocadamente, mucha otra gente como yo), casi sin darme cuenta, cambio mi catalán propio y original por el castellano, cuando me dirijo a un grupo de desconocidos. Y me maldigo por ello y por el hábito mal cogido del que me cuesta desprenderme.
Los alemanes que están reunidos en cualquier bar de Mallorca, por más españoles que entren, jamás dejan de hablar en alemán entre ellos; y a gritos. Por lo visto su falta de respeto hacía los mallorquines es legendaria.
¡O no! Porqué lo que hago yo y muchos como yo, no es respeto hacía los demás si no que es subordinación. Nunca ha sido una falta de respeto hablar en tu propia lengua si no que, en todo caso, será una deferencia voluntaria o amabilidad tuya el cambiar de idioma cuando veas que el otro, pobre inculto, no entienda y tu sí que sepas.
Pero hacerlo siempre y a veces sin necesidad, por hábito mal adquirido, por respeto mal entendido, es la supeditación, el sometimiento que muestra el esclavo frente al amo. Porque de esclavos es el adoptar la lengua del amo. Más que adhesión es obediencia, sumisión, pleitesía y acatamiento y vasallaje.
Cuando los castellanos y a veces en nuestra propia casa, nos exigen (no ruegan educadamente si no que conminan y hasta con malas formas y sé perfectamente de lo que hablo pues lo he vivido) el "respeto" que les hablemos en su lengua y abandonando la nuestra, es soberbia, altivez de creerse superiores, arrogancia de amo, altanería (él sí) de maleducado, engreimiento de "hidalgo castellano" ido a menos y al que no le queda más que su orgullo mal entendido.
Y cuando los catalanes cedemos de nuestros derechos y nos doblegamos, es por cobardía (ni que sea inconsciente después de años de practica equivocada o castigada cuando no la aceptábamos).
Pero esto ha de acabar. Cuando Catalunya sea independiente, el máximo de comprensión hacía la lengua castellana y el máximo de facilidades para su enseñanza y aprendizaje; por dos motivos, por cariño hacía nuestros conciudadanos de lengua materna castellana, y porqué el saber no ocupa lugar y ya es bueno conocer el castellano además del inglés universal. Pero una sola lengua oficial: "la catalana", única propia y original de nuestra nación.
Y al que no le guste, que se vaya. Que aquí queremos a todo el mundo pero al que no acepte las reglas, justas, del juego pues que se largue con viento fresco... Que a la fuerza no retenemos a nadie...
Coronel Von Rohaut
domingo, noviembre 10, 2013
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