Para evitar que se duerman en situaciones de combate prolongadas, muchos países facilitan a sus soldados drogas de síntesis como la anfetamina y la metanfetamina.
Durante la IIGM, Alemania suministraba metanfetaminas, bajo el nombre comercial de "Pervitin", tanto a sus pilotos como a sus tanquistas, y a sus soldados durante las operaciones de "guerra relámpago" que duraban varias horas ininterrumpidamente.
Entre 1939 y 1945, la Wermacht y la Luftwaffe consumieron más de 200 millones de píldoras "mágicas" también conocidas como "las píldoras de Goering".
"Cette pilule « magique », surnommée « la pilule de Goering », accroît la vigilance, la résistance à la fatigue et donne un sentiment d’invincibilité. Les soldats pouvaient rester éveillés pendant plus de vingt-quatre heures."
También americanos y británicos dieron anfetaminas a sus soldados para aumentar la resistencia a la fatiga y quitar el hambre en ocasiones especiales.
Pero también los terroristas islamistas dan a sus hombres "Captagon", una anfetamina sintética, más peligrosa ya que no solo evita la fatiga y el dolor y permite mantenerse despierto, si no que altera el juicio, provoca alucinaciones y hace que los hombres se deshumanicen y no se responsabilicen de sus actos; entre los musulmanes del Estado Islámico se consume junto con el "hashish", que ya era una droga de combate utilizada en la Edad Media (extraída de las flores del cannabis) y que dió nombre a la secta de los "asesinos".
En Francia está prohibido dar a las tropas (ni a los pilotos) estas drogas adictivas y que producen efectos secundarios como espasmos musculares y problemas cardiovasculares. Para gestionar la fatiga en los combates se les recomienda hacer "siestas" preventivas, luminoterapia y ayudas psicológicas.
En casos especiales como vuelos en "Rafale" de muy larga duración (como ir a bombardear zonas del centro de África a partir directamente de bases en Francia y sin escalas), se les proporciona cápsulas de cafeína de acción retardada pero solo bajo estricto control médico, petición del comandante de la unidad, y consentimiento voluntario del piloto, que lo puede rehusar.
Pero nada puede sustituir al sueño y no es posible mantener a un soldado despierto 24 horas sobre 24 y siete días a la semana, sin infligirle graves daños.
Coronel Von Rohaut
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