En cambio, en Francia, los franceses hablaban muy bien y escribían con gran elegancia en su idioma.
Y lo pongo en pasado pues no son lo mismo los "franceses viejos", fruto de la educación clásica, que las nuevas generaciones, mezcladas con miles de inmigrantes de otras lenguas y culturas, especialmente los que viven en las "banlieues".
Polacos, rusos y húngaros, italianos y españoles, fueron muy bien integrados e incluso dieron grandes escritores en francés, como el español Jorge Semprún, premio Goncourt, y actores y cantantes con perfecta dicción como el catalán Flotats y el italiano Yves Montand. Pero las últimas oleadas de moros, negros y, especialmente, argelinos, lo han estropeado todo, salvo honrosas pero contadas excepciones, que siempre las hay y, afortunadamente, las habrá.
Y los jóvenes, incluso franceses de varias generaciones, han adaptado su lenguaje a la modernidad "cutre" en demasiadas ocasiones. No me opongo a la evolución natural de las lenguas, pero si a caer en la cutrez, superficialidad y falta de "caché", de clase y elegancia, de "esprit" o de "finezza" que dirían los italianos y que a los franceses les sobraba...
Pero en España, ver y escuchar los programas de "realitys" con actuaciones de "buenas gentes" del pueblo llano pero, por desgracia, también a muchos locutores, presentadores y periodistas y no digamos hasta líderes y políticos, resulta penoso.
Y darse cuenta que la mayoría, cuando leen, no entienden lo que dicen, es para ponerse a llorar...
¡Y es que hasta muchas de las decisiones de la Real Academia de la Lengua, dan pena!
Coronel Von Rohaut
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