No digo que no tuvieran sus cosas, especialmente mi tía (nadie es perfecto) pero sí que mis tíos, él era hermano de mi padre, fueron un ejemplo de vida en común (y de buenas personas según testimonio de toda le gente que les conoció).
No tenían hijos y l'Ernest y la Tresina vivieron siempre el uno para el otro (también ayudando a los demás) y mirándose a los ojos hasta el último día y hasta el ultimo día él la llamó "nena". Yo viví con ellos unos años y jamás les ví tener una discusión ni menos una pelea.
Cuando mi tía falleció, por la edad y súbitamente ya que no tenía ninguna enfermedad conocida, mi tío que tampoco sufría de ninguna afección ni dolencia, justo a la semana se apagó a su vez.
Tengo claro que, al faltarle su esposa, su amor de toda una vida (se conocían desde los 14 años), él simplemente cerró su interruptor de la vida...
Me gusta recordarlo así como, unos años antes, la celebración (con fiesta-comida posterior con numerosos familiares y amigos) que hicieron en la Montaña de Montserrat, al cumplir las Bodas de Oro (*) en el llamado Camarín de la Vírgen.
Coronel Von Rohaut
(*) Yo las hubiera alcanzado este verano pasado de haber vivido mi esposa. Con la que, todo y no siendo yo creyente, subíamos a Montserrat por lo menos una vez al año para escuchar la Salve y el canto del Virolai por la Escolanía.
miércoles, enero 16, 2019
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