domingo, mayo 29, 2011

Etnia o ADN del marxismo


Hace tiempo tomó cuerpo la revelación que el Primer Presidente del Partido Comunista Ruso (bolchevique) y primer Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, Vladimir Illich Uliánov "Lenin", era judío. Por parte de su madre y en el judaísmo la adscripión se hereda por vía materna (aunque su abuelo materno se había convertido al cristianismo).

Pero este origen no ha de extrañar puesto que se emparenta al del padre del socialismo científico y del comunismo moderno que, por algo, se conoció como "marxismo-leninismo", el judío-alemán Karl Marx.

Como no extraña que el mejor, más humano y menos socialmente cruel, más exitoso y conseguido ensayo de economía colectivizada, de comunismo real llevado a la práctica con total consenso y sin ninguna coacción, imposición ni brutalidad, fuera el experimento judío, en las recuperadas tierras de Israel, del movimiento de los "kibutzim" o granjas comunales. Movimiento utópico de socialismo sionista hoy, y después de varias generaciones, en revisión y adaptación, debido al avance del mundo urbano.

El "kibutz" fue instaurado en Israel por los inmigrantes judíos a Palestina, procedentes de Rusia, a principios del Siglo XX. Los judíos no se habían dedicado a la agricultura desde la segunda Diáspora, después de la destrucción del Templo en el año 70 d/c y ya que en Europa les estaba prohibida esta y otras actividades.

La dedicación a los trabajos agrícolas y especialmente a través de una organización comunitaria fue vista por los "pioneros", creadores del estado de Israel, como una especie de redención, y luego fue la mejor forma de acojer e integrar las oleadas de refugiados al termino de la Segunda Guerra Mundial.

Coronel Von Rohaut

2 comentarios:

General Rogelius dijo...

¿Y Hitler?, querido coronel,

En repetidas ocasiones y de procedencias distintas, he leido que la madre era judía
¿Sabe algo al respecto?

General Rogelius

Coronel Von Rohaut dijo...

Lo ignoro y si lo supiera no me importaría decirlo.
Y podría ser ya que nada hay más fanático que un converso.
Y Torquemada es el mejor ejemplo, mi querido general.