Todavía a veces leo o escucho a catetos españoles que, refiriéndose a nosotros los catalanes y ante nuestro deseo de independencia y soberanía nacional (con una Hacienda propia, por ejemplo, y para gestionar nuestros propios recursos sin que nos sean expoliados por la voraz Castilla), decir: "Sí hombre, sí, que se independicen de una puta vez pero, antes, que nos devuelvan todo el dinero que se llevan".
¡Realmente glorioso!
Pero, perdonad, chatos, y os lo digo con todo el cariño del mundo y que sabéis que os tengo: "¿Por favor, me lo podríais decir con números y no con palabras?".
Coronel Von Rohaut
(PS) Clikar sobre la imagen, para ampliar.
Cataluña es la cuarta región en PIB per cápita de España, después del País Vasco, Madrid y Navarra. Pero con este perverso sistema y bajo el falaz pretexto de la solidaridad, la renta disponible en Cataluña cae al noveno lugar del ranking estatal, por debajo del País Vasco, Navarra, Madrid, Castilla y León, Aragón, Cantabria, Asturias y la Rioja. Aún generando menos riqueza, las familias de varias regiones de España disfrutan de un nivel de vida superior y disponen de más poder de compra real que las catalanas. Lo explica la combinación de impuestos pagados y gasto central, por un lado, así como el nivel de precios más alto de Cataluña, por otro. Algunas regiones con superávit fiscal gozan de una renta final, incluidos subsidios, superior a su producción. Que esta insólita insolidaridad se defienda en términos de una pretendida “solidaridad territorial” no deja de ser un ejemplo más de la perversión orwelliana del lenguaje orquestada por las instancias políticas y, por supuesto, también los beneficiarios de esta masiva redistribución interterritorial.
El déficit fiscal (lo que España nos ha robado) acumulado desde 1986 supera los 200.000 millones de euros, más que el PIB total de Cataluña en un año.
¿Qué no habríamos podido hacer con ello?
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