Años más tarde (y todavía hoy se estudian en las Academias Militares) se seguían aplicando, en el campo de batalla, tácticas inventadas o perfeccionadas por Napoléon I. Pero aquella guerra el Norte la ganó al Sur gracias a tres principales condicionantes que nunca se habían dado antes: el tren, el telégrafo (o sea, las comunicaciones) y el poder industrial.
- El presidente Lincoln hizo instalar en una habitación de la Casa Blanca un telégrafo de alfabeto Morse, amplió la red de cables que llegaban hasta el mismo frente y, con gran pesar de sus generales, a veces daba órdenes directas a sus oficiales del frente, que llegaban en segundos cuando, a caballo, ordenanzas y correos tardaban días en transmitir las directrices a los generales del campo de batalla.
- El Norte ya disponía de una tupida red de ferrocarril, muy superior a la del Sur y que Lincoln aún amplió notablemente durante el curso de la contienda. Los soldados sureños o Confederados, quizás hasta mejores y especialmente sus mandos (procedentes de los señoritos sureños y de los terratenientes agrícolas y ganaderos), no solo combatían a pié o a caballo, sino que a pié o a caballo se desplazaban hasta el frente, donde llegaban tarde y agotados por la marcha. El Norte o Unión enviaba sus soldados (la mayoría urbanos y obreros) por ferrocarril casi hasta el campo de batalla. Y no solo los hombres si no también sus refuerzos y reservas, municiones y comida. Toda la logística en pocos días en lugar de largas semanas.
- El Norte tenía casi toda la industria de aquel tiempo: la textil, la química (pólvora) y la siderúrgica y mecánica. La puso a trabajar a tope, dando entrada a las mujeres en las fabricas por primera vez; acordó con los propietarios poner toda la industria al servicio de la economía de guerra. Y esto volvió a hacerlo en las I y II Guerras Mundiales (*).
Coronel Von Rohaut
(Nota) En la imagen, el general federal o nordista, William T. Sherman, el carnicero de Atlanta y Savannah (ciudades sudistas que arrasó completamente), uno de los creadores de la guerra total y de tierra quemada.
(*) Al final de la IIGM, cada mes salían de las factorías americanas (las de material bélico y/o de automóviles transformadas) más aviones de los que, en total, tenía Hitler al iniciar la guerra para la que se había preparado largamente (igual que los "japs").
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