Mientras en Castilla hay siempre plena unanimidad en la creencia de sus valores y en la defensa de sus intereses nacionales e identitarios, en Catalunya, quizás por exceso de espíritu pactista y conciliador, por cogérnosla con papel de fumar y, como los bizantinos, discutir sobre el sexo de los ángeles mientras el enemigo nos sacude, o más bien creo yo por una sobredosis de cobardía y pusilanimidad que nos hace buscar el hacernos los simpáticos y los amigos, siempre hay algunos dispuestos al sometimiento en lugar del enfrentamiento. Y esto es malo, negativo.
Ahora mismo hay una corriente que predica que un próximo estado catalán independiente y soberano debería adoptar al castellano como lengua también cooficial con el catalán, al ser la lengua materna de casi la mitad de la población. Y que tal decisión sería buena para acercar el independentismo a aquellas personas que, por ser castellanoparlantes, ven la independencia de Catalunya como una amenaza a su singularidad o diferencia.
Pero lo que no ven los Branchadell, Voltas y sus seguidores es que es precisamente la singularidad impuesta en Catalunya por la fuerza de las armas en su día, por la invasión demográfica luego y por las leyes centralizadoras y castrantes siempre, lo que amenaza la nuestra de singularidad, la original catalana y que es la que hemos de defender si no queremos desaparecer.
¡Un país, una llengüa, una bandera, una nació, un estat!
Coronel Von Rohaut
(PS) Hay estados civilizados que, como Suiza, tienen incluso cuatro lenguas y todas oficiales en pié de igualdad. Pero porqué se unieron, se confederaron, cuatro entidades distintas que cada una ya tenía su lengua, que conservaron. Mientras que en Catalunya solo la catalana es la original y propia; las demás, sean el castellano o luego incluso el amazigh, sobrevenidas y hasta impuestas por la fuerza. Por lo tanto, solo respetadas y gracias; pero si intentan equipararse o sobreponerse, pues ¡fuera, coño...!
martes, marzo 13, 2012
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