En un estudio que se ha realizado sobre el genoma de un hombre del paleolítico que vivió en Europa hace 7.000 años, leo que, entre otras conclusiones, se llega al conocimiento que la adaptación de los humanos a poder beber leche (por ejemplo, de vaca) sin que ello les causara daño (salvo casos aislados de personas intolerantes a la lactosa), se debió gracias a la mutación de un gen. Anteriormente no lo podían hacer, fuera del periodo de la lactancia materna.
Yo debo tener este gen del tamaño de un elefante ya que, de siempre, he bebido mucha leche (*) y jamás me ha producido ningún trastorno ni médico ni digestivo...
Y perdón por hablar de mí...
Coronel Von Rohaut
(*) A poder ser fría, sacada del frigorífico y a morro, directamente de la botella o "brick". A veces y en verano hasta un litro entero de una sola tacada.
lunes, enero 27, 2014
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