Un cuento corto de García Márquez termina con la siguiente moraleja:
"Para arreglar el mundo hay que empezar por arreglar al hombre".
Y yo añado "y follarse a su mujer", ya que un hombre cornudo, y consentido, se vuelve más sabio y apaciguado.
Coronel Von Rohaut
miércoles, abril 06, 2016
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