Gracias a Dios yo no soy creyente pero reconozco la gran aportación que, entre sus luces y sus sombras, hizo la religión católico-cristiana a la civilización europea occidental.
En la profunda oscuridad de la Alta Edad Media, los monjes benedictinos o seguidores de la Orden Monástica de San Benito, con su "Regla Benedictina" (origen de todas las demás "Reglas Monásticas") y que elevaron sus conventos por todo el continente, con especial mención a la Casa Madre de Montecassino, en Italia, y las grandes abadías de Saint Gall/Sankt Gallen, en Suiza, Solesmes (hogar del canto gregoriano), en Francia y Cluny (de gran irradiación cultural) en la Bourgogne y Francia, Silos en Castilla y Montserrat en Catalunya, etc. cuidaron de preservar la herencia cultural clásica y de mantener la escritura que, sin ellos, hubiera desaparecido. Y el emperador Carlomagno y la dinastía carolingia fueron sostenedores de esta órden.
Puede decirse, sin lugar a exageración, que la Orden Benedictina fué la espina dorsal de Europa y es de justicia que San Benito de Nursia fuera declarado Patrón de Europa. La Orden Benedictina dió paso a las reformas de Cluny y del Císter (los "trapenses" de San Bernardo de Claraval), así como a la todavía más austera Cartuja de San Bruno.
Coronel Von Rohaut
miércoles, septiembre 19, 2018
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