El que yo ya no quiera para Catalunya ni el primer Estatut que se aprobó, ni el que se ha modificado luego, ni el que entró en el tribunal Constitucional ni el que salga de él, ni otro Estatut, ni ningún Estatut, no priva, no es óbice, a que yo pueda hablar del Estatut, analizarlo y opinar sobre él.
El primer Estatut o Estatutet fue lo que fue, fruto de unos pactos en el momento delicado de la transición y con los catalanes acojonados por la permanencia de los "poderes fácticos" encarnados, entonces, por los generales con sus espadas y sus tanques.
No obstante, pocos años después y en una reunión en ESADE, le oí decir a Miquel Roca Junyent, uno de los ponentes constitucionales y conseguidor del Estatut que, a Madrid, los habíamos cogido con "els pixats al ventre" (los meados en el vientre) y que ya en aquel momento, poco después, ya no habríamos conseguido lo que se consiguió. Al poco vino la asonada del Tejero en las Cortes y no olvidemos que, básicamente, fue contra la excesiva "autonomía" que gozábamos los catalanes. Exactamente igual que cuando en el 1936 se levantó el general Franco y las fuerzas reaccionarias españolas que lo hicieron, primordialmente si no casi exclusivamente, contra la autonomía catalana de entonces y no contra la propia República ya que Franco, en realidad, era republicano. La asonada fracasó gracias a la intervención del Rey como Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas (si bien no sé si jamás conoceremos cual había sido, exactamente, su implicación o aquiescencia tácita en su fermentación). Pero los políticos españoles tomaron nota (y se aprovecharon) de la amenaza y juntos PSOE y PP (cuyos dirigentes estaban entonces en la UCD), parieron la LOAPA, una ley que se cargaba la ya pobre autonomía que nos concedía aquel primer Estatut y con el que Jordi Pujol iba tirando. La Justicia desestimó la LOAPA pero muchos de sus principios se fueron aplicando mediante la técnica de la laminación y reabsorción por parte del Estado de muchas de sus transferencias, siempre insuficientemente dotadas económica y financieramente, para que no funcionaran bien y los catalanes culpásemos al Govern y no al Gobierno, de nuestros males.
Años después, el iluminado del Maragall tuvo una alucinación catalanista y propuso un nuevo Estatut que corrigiera las insuficiencias del primero. Se redactó y se aprobó por mayoría absoluta en el Parlament. Y estaba bien. Tan bien que el trilero sin vergüenza del Rodríguez Zapatero, que había prometido defenderlo, ya exigió una buena rebaja, aceptada por el Mas. Y luego las Cortes Españolas, soberbiamente dirigidas por el Alfonso Guerra, un anti-catalanista notorio (no mucho más anti-catalanista que casi todos los demás, pero sí más notorio), lo "cepillaron" según propia expresión.
Lo descastaron, rebajaron, desnaturalizaron, eliminaron toda la "chicha", la sustancia económica y fiscal que es la única autonomía verdadera (como la que tienen vascos y navarros) y lo dejaron convertido en papel mojado, en una piltrafa huera que ya no valía ni para limpiarse la mierda del culo. Y nos lo endilgaron e hicieron tragar.
Ahora los mamarrachos jurídicos y jurásicos, los espantapájaros franquistas, las momias acartonadas y españolistas, ideales paradigmáticos del centralismo más rancio, los Excelentísimos, Ilustrísimos y Honorables señores Jueces y Magistrados del más Alto Tribunal Español, se quieren cargar cuatro conceptos, cuatro frases puestas allí para consolarnos y cuatro flecos administrativos que aún quedaban y que les parecen el colmo de la independencia y la desafección hacía la España, Grande, Una e Indivisible.
Y no solo eso si no que, incluso, llevados por el vendaval de su furia anti-catalana, de su centralismo feroz y castellano, hasta quieren suprimir del nuevo texto legal varias atribuciones, concesiones, aplicaciones o transferencias que figuraban en el anterior Estatutet. O sea que, una vez pasado por el Constitucional, el nuevo Estatut tendría menos "autonomía" que el viejo, que había pasado por la aprobación de las Cortes Generales, Referendum Nacional, y no había sido impugnado: luego, con su recorte de ahora, los actuales Señores Magistrados estarían acusando de delincuentes a los diputados españoles que lo habían legalizado en su día.
No olvidemos nunca que Ortega y Gasset, uno de los mayores pensadores y filósofos españoles del Siglo XX ya dejó escrito que España era un invento de Castilla y que solo los castellanos estaban genéticamente preparados para manejarla y dirigirla.
Luego, las excrecencias periféricas no somos más que "provincias", "tierra conquistada" a la que hay que someter, por las buenas o por las malas. El General liberal (¡hostia! que descrédito para la palabra "liberal") Don Bartolomé Espartero, Duque de la Victoria, ya dijo que, "a Barcelona, había que bombardearla, por lo menos, una vez cada 50 años", lo que hasta provocó el alzamiento del General Don Juan Prim, catalán nada independentista, pero al que se le revolvieron las tripas ante tanta prepotencia castellana.
Y ahora preguntádme si deseo salvar el Estatut, como dicen querer hacer el andaluz-analfabeto del President Montilla y los catalanes, o cagados o "botiflers" (traidores), como el Mas, el Durán-Lleida, algunos otros políticos de CIU y de ERC y todos los del PSOE e ICV.
¿El Estatut? ¡ Tururut !
Coronel Von Rohaut
jueves, abril 29, 2010
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