En una encuesta le preguntan a la gente (qué manía en preguntarle a la gente algo de lo que, la mayoría, no tienen ni la más puta idea...), si creen que la crisis económica griega puede arrastrar a España.
Su respuesta es que sí. La mía es que no; mejor dicho, que no hace falta, que no necesitamos a Grecia.
Por qué aquí mismo y sobre todo bien asentados en sus poltronas de Madrid, tenemos suficientes enérgumenos que por su potencialidad intrínseca, su inmejorable preparación, su disposición innata o aprendida en las mejores escuelas y universidades, su inmensa capacidad de trabajo, sus conocimientos, predisposición y liderazgo, son perfectamente capaces, por si mismos y sin la ayuda de los griegos, de despeñar a la mierda a todo el país, ellos solitos.
Y lo peor es que con su arrogancia e incompetencia también nos arrastrarán a nosotros, los catalanes, sometidos a su dirección política.
Porqué la única salida de la crisis sería la recuperación industrial pero en España no existe ninguna política industrial ni manufacturera. Por qué España no ha tenido jamás una cultura industrial (que eso es cosa de los catalanes y vascos), que ellos son unos hidalgos para los que producir es pecado. A ellos lo que les iba (aparte la gran industria promovida por los funcionarios y/o subvencionada por el estado) es la economía no productiva, la financiera, especulativa, la del pelotazo amparado por los poderes públicos, la que ha hecho fallida con la ultima crisis y de la que no saben, ni pueden, salir.
Una vez, en León (tierra del Zapatero) un cliente leonés, mucho más inteligente que el actual Presidente del Gobierno, al alabarle yo la magnífica catedral de León, para mí la más bonita de España y de gótico francés frente a la floritura del gótico italiano de la de Burgos, me contestó que él me cambiaría su catedral por las 4 o 5 fábricas que se encontraban en cualquier pueblecito de la provincia de Barcelona.
Y era cierto. En Santpedor, el pueblo de mi abuela donde yo iba a pasar los veranos, a finales de los años 40 y principio de los 50 no habrían más allá de los 1.800 habitantes y ni salía en los mapas (todavían no había nacido el Pep Guardiola ni seguramente su padre) pero habían 4 o 5 fábricas textiles de lana y algodón, más una carpintería industrial y un par de talleres mecánicos. Además de un par de herreros, un guarnicionero y un artesano constructor de carretas ya que todavía se trabajaba el campo con mulos y yeguas. Pero mientras los hombres cuidaban trabajosamente de sus tierras, las mujeres iban a sacarse un sueldo complementario a las fabricas de tejidos.
Poco después empezaron a llegar pobres inmigrantes del sur. Incluso a un pueblo de la cuenca del Llobregat llegó un municipio entero de Granada, con su alcalde y su cura al frente de la expedición, expulsados de su inhóspita e ingrata tierra por la mala distribución de la riqueza, en manos de unos pocos señoritos aristocráticos e indolentes. No me extrañaría que el hijo de alguno de aquellos desheredados fuera uno de los imbéciles que todavía van pregonando, fruto de su incultura y obcecación, que Catalunya se hizo rica gracias a ellos; a lo que yo siempre repito "¿porqué no lo intentasteis en Cuenca, me cago en la leche?" Ah, que allí no habían fábricas y aquí sí... Ah, coño, coño...
Coronel Von Rohaut
viernes, abril 30, 2010
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3 comentarios:
Me temo mi coronel que no analiza adecuadamente las cosas.
Quizás no, por que "errare humanum est", que decían los sabios.
Pero yo, a veces, hasta soy bastante poco humano...
Quizás no, por que "errare humanum est", que decían los sabios.
Pero yo, a veces, hasta soy bastante poco humano...
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