"En el 718, la conquista musulmana de la península ibérica llegó al noreste de la península y pasó a la Septimania visigoda, un proceso que tuvo lugar sin graves conflictos bélicos, excepto algunos focos de resistencia aislados como el de Tarragona. El poder musulmán se extendía por la Galia ya desde 719, Narbona, Carcasona, hasta Tolosa, e incluso Burdeos, en una continuada expansión hasta centro-Europa. La posterior reacción carolingia liderada por Carlos Martel, duque de Eudes, con su poderoso ejército de caballería pesada (con cotas de malla), puso freno a la expansión musulmana por Europa en la batalla de Toulouse en 721, y los hizo retroceder a raíz de la batalla de Poitiers en el 732, llegando a liberar Narbona en 759 por Pipino el Breve, padre del emperador Carlomagno, fundador de la dinastía Carolingia.
La reacción continuó con el proceso de crear una marca defensiva que sirviese de frontera meridional para el Imperio carolingio. Esto supuso la ocupación por los francos durante el último cuarto del siglo VIII de las actuales comarcas pirenaicas, de Gerona y, en el 801, de Barcelona, tras la cual se formó una región fronteriza que seguía aproximadamente el curso de los ríos Llobregat, Cardener y el curso medio del Segre. Los dominios del Imperio carolingio delimitados por esta área fronteriza con Al-Ándalus y los Pirineos serían conocidos con el nombre de Marca Hispánica, aunque a diferencia de otras marcas carolingias nunca se constituyó formalmente como tal. Este territorio se organizó políticamente en diferentes condados dependientes del rey franco. Y nada que ver con la "Reconquista" castellana iniciada en Asturias por Don Pelayo.
A finales del siglo IX, el monarca carolingio Carlos el Calvo designó a Wifredo el Velloso, (en la imagen superior) un noble godo descendiente de una familia del Conflent, conde de Cerdaña y Urgel(870), y conde de Barcelona y Gerona (878), lo cual suponía la reunión bajo su mando de buena parte del territorio de la Marca Hispánica. Wifredo fue el primer conde en transmitir el gobierno de sus territorios directamente a sus descendientes, debido a la crisis en que estaba sumido el Imperio y al consiguiente aumento de poder de los gobernantes locales en los territorios fronterizos. Aunque a su muerte Wifredo repartió sus condados entre sus hijos, se mantuvo la unidad entre Barcelona, Gerona y Osona, excepto durante un breve periodo. Se atribuye a la política de Wifredo la repoblación de Osona, así como la fundación de los monasterios de Ripoll y San Juan de las Abadesas, y la restauración de la sede episcopal de Vich.
Con el tiempo, los condes de Barcelona vincularían a todos los demás condados catalanes con el condado que posteriormente pasaría a formar parte o crearía la Corona de Aragón.
Bajo el gobierno del conde Ramón Berenguer IV (1131-1162), (imagen intermedia) se produjeron diferentes hechos fundamentales para la historia de Cataluña. El primero, su boda con Petronila de Aragón, lo que supuso la unión dinástica, del condado de Barcelona y del Reino de Aragón, por lo que con el tiempo el territorio común sería controlado por la Corona de Aragón.
Según lo acordado en las Capitulaciones matrimoniales de Barbastro en agosto de 1137, Ramón Berenguer pasó a ser el princeps o dominador de Aragón, ya que el rey aragonés Ramiro le hizo donación de su hija y de su reino para que la tuviera a ella y al reino en dominio.
A finales del siglo XII, diferentes pactos con el Reino de Castilla delimitaron las futuras zonas donde desarrollar nuevas conquistas de territorio musulmán, pero en 1213, la derrota de Pedro II el Católico en la batalla de Muret acabó con el proyecto de consolidación del poder de la Corona de Aragón obre Occitania.
Tras un periodo de agitación, en 1227, Jaime I el Conquistador ("Jaume I el Conqueridor" Rey de Aragón, de Valencia, de Mallorca, Conde de Barcelona, de Urgell y Señor de Montpellier, donde había nacido, y de otros feudos occitanos), asumió plenamente el poder como heredero al trono de la Corona de Aragón y se inició la expansión territorial sobre nuevos territorios.
La unión en la Corona de Aragón, formada por el condado de Barcelona y el reino de Aragón no fue, pues, el fruto de una fusión ni de una conquista, sino el resultado de una unión dinástica pactada. De hecho, los territorios que compusieron la Corona mantuvieron por separado sus propias leyes o fueros, costumbres e instituciones, y los monarcas reinantes tuvieron que respetar estas bases.9
Si bien todos los historiadores serios (salvo algún aragonés indocumentado) consideran que la dinastía reinante entre 1162 y 1412 fue, naturalmente, la Casa de Barcelona de los Condes de Barcelona, que adoptaron el título de "Reyes de Aragón" al tener más categoría que el de Condes, que conservaron, para el "Principado Catalán."
Coronel Von Rohaut
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