España ha tenido siempre un sustrato de envidia/odio hacía Francia y mientras admira a Alemania (queda más lejos, no hay roce fronterizo), desprecia a Francia (*) de forma un poco subconsciente, subterránea que, cuando puede, se desborda.
Y ahora, después de la sentencia contra la práctica de "doping" por parte del ciclista madrileño Contador (le encontraron clembuterol y esto está prohibido ¿no?), toda la prensa española, y especialmente la cavernaria casposa, se rasga las vestiduras, llama a las barricadas contra el "gabacho".
Porqué el Tribunal que le ha castigado está en Paris. Ahora bién: ninguno de los tres jueces era francés, como aclara el director de "AS" (que es menos fanático), el laboratorio que detectó la sustancia prohibida es alemán, la UCI la preside un irlandés y la AMA un australiano. ¿Luego, de qué van estos españolitos? Aparte que el ciclismo español arrastra un largo historial de dopaje...
Coronel Von Rohaut
(*) Excepto los "afrancesados" de los tiempos de Fernando VII que veían en la Revolución Francesa el espejo de la modernidad y el progreso, el ejemplo de la "Liberté, Égalité, Fraternité", los símbolos de la República. Y las élites de la posguerra, especialmente la intelectualidad catalana que miraba con deleite hacía el Norte. Y yo generalizo, claro...
martes, febrero 07, 2012
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3 comentarios:
El método analítico tiene una discriminación próxima al resultado. De todas formas todos los ciclistas se dopan (y muchos deportistas), mire lo que ha comentado Eddy Merckx.
Claro que todos los ciclistas se dopan ¿y si no, como lo aguantarían?
Y muchos deportistas que, a unos los pillan y a "outros non".
Y en algunos deportes ni se les investiga pues se dá por hecho; o, si no, como se conseguirían los cuerpos de los defensas del "foot ball" americano. Seguro que con solo colacao no; el clembuterol y demás esteroides se los deben inyectar a chorro...
Pero en España aquel médico canario cuyo nombre ahora no recuerdo se hizo demasiado famoso. Hay que ser más discreto, como Indurain, que pondría la mano en el fuego que algo se tomaba, pero nunca lo pillaron.
Y en tiempos del gran Eddy Merckx, que no se miraba nada.
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