Mi hija me ha regalado un móvil (el viejo, la batería ya no recargaba) pero no de estos táctiles, multiusos que hasta te permiten esquiar (en ellos, no con ellos que, esto, todos), enviar fotos a Marte, liarte "porros", y hacer punto de ganchillo, (lo que ni me interesa ni necesito, ni sé hacerlos funcionar), si no de estos de vejete, con grandes teclas numerales y, como gadgets máximos, radio para que te distraigas y una linterna para que no te escoñes en la oscuridad.
Y cada 60 minutos, me canta la hora; en inglés pero lo entiendo. Ahora mismo, que es la una del mediodía, acaba de decirme "thirteen clock". Pero delante suelta un par de palabras que, por más que me esfuerzo (soy un poco sordo), entiendo una mierda...
Supongo, y aquí ya entro de pleno en el campo de la mera hipótesis y especulación intelectual, que al ser un reloj para "gagás", lo de recordarte la hora es por si has de tomarte alguna (o varias) pastilla en hora convenida.
Viene a ser como aquel cómico radiofónico argentino, el Pepe Iglesias "el Zorro" que, a principios de los años 50 del pasado siglo (*), actuaba en la cadena SER de Madrid. Y uno de sus personajes era "el finado Fernández", y una de sus coletillas o "gag" verbal era repetirle, se suponía que a su padre: "¿Tomáastee la paastija, viejo...?".
Pues si, yo me tomo 6/7 pastillas diarias. Un parche de nitroglicerina, y uno o dos sobres de polvos para disolución, para diversas y variadas sintomatologías que no vienen al caso.
Estoy hecho una mierda pero las analíticas periódicas, gracias al milagro de dichas pastillas y la química moderna, me salen perfectas en todo. O sea, me moriré (y esto es seguro e ineluctable), lleno de salud... Y hablando por el móvil.
Coronel Von Rohaut
(*) ¡Dios, cuanto ha llovido ya...!
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