Cuando estuve en Grecia me comentaron que los salmonetes eran una de las comidas nacionales de Atenas y, a fe, que recuerdo como una bendición divina unos salmonetes que me sirvieron en un restaurante, al borde del agua, en el Puerto del Pireo (que es casi un barrio de Atenas) en aguas del mar Egeo, una parte del Mediterráneo de los antiguos griegos; (el mar Jónico es la parte que los separaba de Roma).
Pero no nos pongamos nerviosos; los he comido igual de deliciosos, solo fritos en aceite de oliva (y esto que yo no soy especialmente adicto al pescado), en algún restaurante, pequeño y escondido de la Barceloneta (donde todavía queda alguno que recibe la mercancía, recién pescada, directamente de la vecina Lonja del Pescado del Puerto de Barcelona, en nuestro venerable Mar Mediterráneo).
¡Dios bendiga la civilización Helénica (y antes la Minoica y la Micénica), cuna de la cultura occidental!
Coronel Von Rohaut
(PS) A la Pili, mi esposa, los salmonetes la volvían loca; se me ocurrió mencionarlo durante aquella estancia en Atenas y las buenas gentes de allá, el día que yo regresaba a Barcelona, se presentaron en el hotel con una gran fiambrera llena de salmonetes crudos y recién pescados; no sabiendo cómo llevármelos y ante el temor que me llegaran estropeados, se los regalé al portero del hotel, que supongo los disfrutó a mi salud.
lunes, julio 28, 2014
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