El primero de dichos terrores era la presencia del poderoso acorazado "Bismarck", recientemente botado y en funciones de corsario (*) de la imagen superior, y al que Churchill puso todo su empeño en hundir y neutralizar justo al empezar la contienda. Lo que consiguió en una brillante operación de la Royal Navy.
Luego, la mayor amenaza y que estuvo a punto de colapsar a Inglaterra cuando todavía luchaba sola y sin la presencia absoluta de los americanos, fue la campaña del Atlántico llevada a cabo por la flota submarina, los U Boote de la Kriegsmarine del almirante Doenitz.
Que también se resolvió gracias a:
- La Ley de Prestamos y Arriendos con la cual los americanos, todavía oficialmente neutrales, cedieron a los "primos ingleses" decenas de pequeños destructores o buques de escolta (encima) para los convoyes marítimos.
- La aparición y extensión del radar que ayudaba a la localización de los buques germanos.
- La rotura de los códigos de encriptado de la máquina "Enigma" que permitía descifrar los mensajes enviados a los submarinos y facilitar su localización.
- La llegada, con los americanos, de los pequeños portaaviones de escolta que daban cobertura aérea a los convoyes y destruyeron definitivamente los sumergibles alemanes.
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