viernes, junio 24, 2011

Ultramarinos

Que nadie crea que soy un retrógrado y que me agarro a todo lo de antes, al pasado. No, yo, desde la aparición, ya hace años pero muy reciente en el lapso de una vida como la mía, de los supermercados primero, hipermercados y grandes superficies luego, y de forma genérica los "supers", he sido adicto usuario de estos centros comerciales que me ofrecen un gran surtido y grandes posibilidades de escoger, en un espacio contenido y todo a mano.

Pero su llegada y la instalación de la palabra "super" en el lenguaje diario, están haciendo desaparecer o quedar relegadas como reliquias, palabras o denominaciones que eran entrañables.

Quizás la que me gustaba más ya que me traía imagenes exóticas de productos llegados de tierras lejanas y allende los mares, era la de "Tienda de Ultramarinos". O, más coloquial, el "colmado" o tienda de barrio de toda la vida, donde la gente se avituallaba a diario y cerca de su domicilio, como la "bacallaneria" en catalán, o bacaladería, junto con la "carnicería" con una oronda carnicera al frente; o el "verdulero" de la tienda de frutas y verduras o "frutería".

Y, claro, ha muerto la "vaquería", donde te vendían, a litros y "patricons" (un cuarto de litro, en catalán y solo para leche y vino; tres "patricons" eran 75 centilitros) la leche recién ordeñada de las vacas que estaban en la nave trasera, el cubierto y, a veces, excesivamente rebajada con agua (un poco de agua era necesaria para rebajar el exceso de grasa y sabor, según creo).

Se mantiene bastante bien el "forn" u horno, la panadería, a pesar que se vende pan (de goma o chiclé, congelado) hasta en las gasolineras. Pero se pierde "cansaladería", la tocinería de toda la vida ahora transformada en charcutería y hasta en la germánica "delikatessen", mucho más pijo (claro que también es porqué te venden ahumados, caviar, quesos, vinos y el gran jamón ibérico de pata negra).

Y si nos alejamos de los comestibles, recuerdo que en mi pueblo existía "a ca'l basté" o guarnicionero que hacía los arreos de las caballerías, así como un "carreté" (*) que construía carros, a mano y en medio de la calle. Y el "ferrer", el herrero que calzaba, a medida, caballos, asnos y mulas, o te hacía llaves y bisagras si bien, lo de hacer llaves y cerraduras, era más bien trabajo del "manyá", el cerrajero o mecánico que tenía maña, habilidad, para hacerlo.

Bueno, no sigo para no cansar y porqué ya tengo la pasta, "spaghetti" (que al terminar en "i", en italiano ya es palabra plural) al "bacon" (**), en la mesa.

Coronel Von Rohaut

(*) Que deberían escribirse correctamente como "baster" y "carreter" pero que mal escritos y con un acento de raíz castellana han pasado como apellidos por culpa de funcionarios civiles castellanoparlantes que, desde hace siglos, conformaron parte de las fuerzas de ocupación y castellanización de Catalunya.
(**) Por cierto, sinónimo en catalán de cerdo, "porc", es "bacó". Se parece a "bacon" ¿no?.

2 comentarios:

interbar dijo...

Se le olvida el maravilloso mercado de abastos como "La Boquería" o Boqueria si usted prefiere.
En los pueblos donde trabajo se sigue diciendo carreter como el apellido.

Coronel Von Rohaut dijo...

Sí, la Boquería o Mercat de Sant Josep, es una maravilla por la que, a veces, voy solo para pasearme y extasiarme ante los puestos de frutas y de pescado...
En cuanto a la mutilación y transliteración de nombres propios catalanes provinentes de oficios u otros, hay gran mescolanza: hay quien sigue llamandose Cavaller pero otros han caido a Caballé, como la soprano. Y te encuentras con auténticos Fuster frente a muchos Fusté, como el restaurante de Les Corts.
Y así "ad nauseam"...