Durante la Segunda Guerra Mundial y en plena efervescencia patriótica del "Gibraltar Español", a menudo grupos de manifestantes, estudiantes falangistas, armaban follones frente a la embajada del Reino Unido en Madrid (*). Ante las quejas del embajador, el ministro españolo Don Ramón Serrano Suñer, falangista radical y cuñado del general Franco (si éste era el "Generalísimo" al ministro se le conocía por el "cuñadísimo"), le ofreció al embajador Sir Samuel Hoare, "si quería que le enviara más policía". A lo que el flemático Sir le respondió "preferiría que me enviara menos estudiantes".
En 1979 y con el pusilánime Carter en la presidencia de los USA, los "estudiantes" iraníes empujados por el Ayatollah Khomeini, asaltaron la embajada USA en Teherán, haciendo varios rehenes y en la que se quedaron varios años. Uno de los asaltantes era el actual dirigente Ahmadinejad.
Ahora, otros "estudiantes" a las ordenes de Ahmadinejad, han asaltado repetidamente la embajada del Reino Unido. Los occidentales amenazan con sanciones. En otros tiempos le hubiéramos enviado los acorazados (**); hoy, por lo menos, deberíamos romper todos los lazos, políticos, económicos y diplomáticos, con un país que no acepta las reglas de la civilización.
Coronel Von Rohaut
(*) Nunca fue España tan importante en el concierto mundial como en aquellos tiempos, a pesar de no estar directamente implicada en la guerra mundial. Pero por ser un país neutral y estratégicamente situado, España era un nido de espías y contraespías. Especialmente Madrid, Barcelona y la plaza de Tánger, en el norte de Africa. Y en todo el Pirineo, sobre todo el vasco-navarro y Andorra, se multiplicaban las tramas de evasión de refugiados de Europa y de pilotos de la RAF derribados sobre Francia. En Barcelona había varias de dichas organizaciones encargadas de recibirlos, esconderlos y hacerlos pasar hacía Inglaterra; una la llevaba un conocido de mi familia, el ordenanza del consulado francés, y cerca de mi casa (yo lo supe más tarde) había un piso franco.
(**) En 1827 el bey (gobernador turco) de Argel, le dió un golpecito con su abanico al embajador francés. Ello fue suficiente excusa para enviarle un ejército y ocupar el país... ¡Así se hace!
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