Cuando yo era pequeño, en mi casa (como en muchas casas de obreros) no teníamos "water" ni sala de baño si no que, para cagar, disponíamos de una "comuna", que era una tabla de madera con un agujero en el centro, sobre el que te sentabas; y situada en un cuartito fuera del piso, en la galería descubierta. Por lo que, en invierno, cuando ibas a cagar, te quedabas más tieso que un chorizo de cantimpalo y no creo que la falta de comfort predispusiera a ningún chaval de aquella época a aprovechar el momento de intimidad para alegrarse la vida con su mano; solo deseabas salir huyendo.
Por aquella misma época, mi tía tenía una empleada en su tintorería, procedente de Almería, de las primeras oleadas de inmigrantes andaluces; observó que cuando iba a hacer sus necesidades en el "water", si bien tiraba el agua de la descarga, el papel usado lo dejaba en el suelo, al lado de la taza. Preguntada por dicha costumbre guarra, le dijo que en su tierra se hacía así y el papel se dejaba en una papelera situada ex-profeso.
Efectivamente y muchos años después, cuando yo viajaba por toda España, en casi todos los bares y restaurantes de Andalucía, se encontraba dicha papelera al lado del "water"; y mientras cagabas honradamente, tenías el privilegio, romántico y espiritual, de contemplar a tu lado el papel manchado de color marrón, fruto de los restos orgánicos de la fermentación intestinal del andaluz cagón que te había precedido en tan saludable lugar de recogimiento.
Viene a cuento todo lo anterior por que ayer un escritor presentaba un libro, donde recoge la historia de los principales pequeños inventos que han hecho más agradable la vida de los hombres (y de las hombras o miembras). Explicaba el primer "water" con descarga de agua que se construyó, hace ya muchos siglos pero solo para uso de reyes y ricos, en Inglaterra, así como el invento, por parte de un americano, un santo, del papel higiénico; primero en láminas y luego ya en rollo perforado. Pero recordaba que no todo el mundo utiliza papel higiénico si no que los árabes (yo ya lo sabía pero no que siguieran con esa costumbre tan suya) utilizan para después de la cagada, el enjuague con agua, con su mano izquierda. Tampoco conocía el detalle que lo hicieran con su izquierda ya que nunca he tenido el privilegio de observar, en directo, el sagrado acto de defecar por parte de ningún musulmán. Como tampoco sé si lo hacen de cara o de culo a la Meca y acordándose de Mahoma.
Pero lo que nunca he tenido claro es si solo se salpican con agua, con lo que algo de mierda quedará adherida en su puto culo, o bien si con la mano mojada se restregan un poco con lo que, entonces, lo que les olerá a mierda será la mano y no estoy seguro que luego se la enjabonen.
Lo que si deduzco es que de tan sana e higiénica costumbre les debe venir lo de "moro de mierda".
Coronel Von Rohaut
domingo, mayo 02, 2010
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