domingo, junio 30, 2013

Dedicado a los hijos de puta habituales

A aquellos españoles fanáticos y torticeros (pero también a algunos catalanes desnortados y que no saben lo que se dicen, o que lo saben demasiado, que de todo hay), que llevan años afirmando, sin sonrojarse, que bajo la dictadura franquista "el catalán nunca estuvo ni prohibido ni perseguido":


Y 250 pesetas de multa, en aquellos tiempos, era más que el sueldo de un mes...
Y el multado era un catalán que se había pasado al bando "nacional" y se había ido a refugiar a San Sebastián huyendo de Catalunya y de la República.
Y que así se lo agradecían...

Coronel Von Rohaut

1 comentario:

Pepito Palotes Grandes dijo...

En un verdadero triple salto mortal con tirabuzón, cómo si la historia fuera un circo de tres pistas, te has remontado 76 años para encontrar algo que apoye tu prejuicio. Y para ello te has ido a una guerra civil (una de las muchas que lamentablemente ha sufrido este país), momento en el que todos sabemos que lo que se impone es la razón a la víscera. Has convertido lo que debe ser la excepción de las relaciones humanas (la guerra) en normalidad para encajar ese granito que te pica.
Más curioso todavía. Careces de los suficientes elementos de juicio, para entender el estado de ánimo de un país en guerra y por extensión de los contendientes, y esto por un mero hecho biológico: la gran parte de los participantes en esa guerra última, que parece la única, (entre los que se contaba mi padre, que fue piloto republicano y lucho, entre otros lugares, en Cataluña y el frente de Aragón), han muerto a día de hoy. Por otra parte no estás tampoco en disposición de entenderlos hoy, y probablemente te costará hacerlo en el futuro, salvo que madures y evoluciones, y créeme, amigo mío, si te digo que no lo tienes fácil. Hoy no puedes comprender, es evidente, te falta madurez, humanidad y comprensión., y muchas, muuuuuuuuuchas lecturas que no haya subvencionado la generalidad catalana para su uso como instrumento de ideologización en la ikastola inmersa del rebaño electorero.
Aun si eres de los pocos que quieren saber si es verdad o no lo que te han inculcado, no lo tendrás fácil. Siempre es difícil alcanzar el conocimiento partiendo de un juicio previo, es decir, un prejuicio, y en tu caso (entiendo que vives en Cataluña), también peligroso, pues cualquier voz que se salga del rebaño corre el peligro de ser civilmente asesinado (¡Hay tantas formas de muerte!).
Cómo veo que eres un esforzado defensor de los derechos humanos y las lenguas vernáculas (vernáculo quiere decir en español “Dicho especialmente del idioma o lengua: doméstico, nativo, de nuestra casa o país”, según la Real Academia Española) ahí te dejo un ejercicio de defensa de los derechos de un idioma vernáculo, el español, que lo es para los catalanes hispanoparlantes.
Sobre la obligación en Cataluña de rotular los comercios en cualquier idioma menos en español:
"Por un tíquet de caja en español se imponen multas de 1.800 euros; por pólizas o rótulos de horarios se imponen hasta 3.000 euros de multa; por un cartel de Salida de Emergencia sólo en español se pagan 900 euros de multa; por carteles de precios 600 euros; por los de No permitido fumar se pagan 1.200 euros de multa si no están también en catalán, igual que por los relativos a derechos del usuario". En un país donde el salario mínimo interprofesional supera por poco los 600 €.
Y, fíjate, yo no he tenido que rebuscar en la historia, no he tenido que buscar entre legajos judiciales y periódicos traspapelados de hace casi un siglo, esa joyita polvorienta que enseñas con tanto júbilo. Lo que yo te enseño lo tienes hoy a la puerta de tu casa, en internet si lo quieres ver, pero, claro, no lo ves: el prejuicio lo impide. Aquella multa de guerra de hace 76 años era mala y esto que se hace a la puerta de tu casa en un estado de supuesta paz es bueno. Dos pesas y dos medidas.
Como verá no he usado todavía el calificativo “hijo de puta”. No es timidez, es vergüenza.
Poco más quiero añadir en este comentario a tu exabrupto. Sólo desearte que algún día superes ese odio que te atormenta, que entiendas que el hecho de que hables lo que hables no te hace mejor que otro ser humano; no dejes que te inoculen ese sermón idiotizante que diariamente te pregonan diciéndote que eres distinto (queriendo decir que eres mejor) tratándote como a aquellas antiguas beatas de confesionario y sacristía. Ojala salgas de ese rebaño de procesionantes que se debaten entre la patética ignorancia de lo políticamente correcto y la idolatría gregaria del rebaño. Sacúdete la caspa, el hedor del hato: ¡Crece, por Dios!.