Así como yo ayer confesaba no haber leído el "Rayuela" de Cortázar, ni nada de este escritor argentino y poco por no decir casi nada de los autores sudamericanos que en los años 60 del pasado siglo, de la mano de la colección "Biblioteca Breve" de Seix & Barral y la influencia de la agente literaria Carmen Balcells, registró uno de los mayores "booms" de la literatura castellana renovada, también tengo que reconocer que tampoco he leído, enteras, las "Vidas paralelas" de Plutarco (*). Solo resúmenes y extractos de algunas, y esto ya me avergüenza más.
Viene esto a cuento porqué algunos especialistas dicen que en la obra de William Shakespeare hay un 5% de historia y el resto es literatura y otros, simplemente analfabetos, alegan que Shakespeare no vivió en las épocas que retrata en su numerosa obra teatral ni visitó los muchos países que retrata, por lo que todo es invención.
Bueno, pues ni lo uno ni lo otro. En algunas de sus ficciones históricas, situadas en épocas más cercanas a la suya, naturalmente además de conocerlas, pudo inspirarse en obras anteriores ya escritas, incluso contemporáneas. Esto puede ser cierto en las obras o dramas sobre los Ricardo II, III, los Enrique IV, V, VI y VIII, el Rey Juan, Macbeth, etc. Y como ha dicho alguien, nada es plagio si al mismo tiempo se asesina al plagiado o sea, si lo que escribes es mejor que lo que has plagiado o te has inspirado o documentado. Y este sería el caso de Shakespeare.
En cuanto a las tragedias clásicas, como Tito Andrónico, Julio Cesar, Antonio y Cleopatra, Coriolano, etc. está claro que Shakespeare pudo leer sus biografías auténticas escritas por Plutarco, un historiador griego del Siglo I, que ya se conocían entonces y que han llegado hasta nuestros días. Luego pudo ficcionar y dramatizar algunos textos y diálogos, pero los hechos históricos ya estaban escritos y se sabe que él incluso parafraseó directamente algunos de ellos en sus obras. Quizás por esto el discurso o elegía funeraria de Marlon Brando (Marcus Antonius) ante la muerte de Julius Caesar en el atrio del Senado y del que lee su testamento, es tan extraordinaria...
Lo que Shakespeare no copió a nadie fue el vocabulario, del que algunas fuentes estiman que conocía unas 30.000 palabras más sus derivadas y algunos dicen que llegaban a 60/70.000, si bien en sus obras usó prácticamente unas 17.000. Hoy en día se estima que una persona, indígena, medianamente culta se desenvuelve con unas 5/7.000 palabras de inglés, y los extranjeros que lo han estudiado por intereses comerciales van por el mundo con un vocabulario máximo de 2/3.000 palabras (los muy buenos) pero que con unos pocos centenares ya te puedes apañar. Por esto yo siempre me he entendido en inglés, mucho mejor con un sueco o un holandés, que con un inglés o un americano auténticos que, además, habitualmente y entre ellos no hablan si no que farfullan...
Coronel Von Rohaut
(*) Ni tantas y tantas de cientos de obras cumbres del saber humano, pero es que la vida tiene unos límites temporales bastante apretados y, además, hay que trabajar para comer (algunos, muchos...).
lunes, junio 17, 2013
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