- Considerar que toda arma está, siempre, cargada. Lo esté o no lo esté y, siempre, antes de cualquier manipulación, deberá comprobarse. Especialmente, que no hubiere ninguna bala en la recámara.
- No dejar nunca que el cañón apunte hacía algo o alguien que no se quiere tocar; incluso con el arma descargada. Si apuntas a alguien que sea porqué le quieres dar.
- Mantener siempre el dedo fuera de la cola del disparador (coloquialmente, el gatillo), hasta el momento en que tengas los elementos de puntería (visor o alza y punto de mira) alineados sobre el objetivo o blanco.
- Ten la seguridad de tu blanco u objetivo y sé consciente de su entorno.
Coronel Von Rohaut
(*) Recuérdense dos viejos dichos: que las armas las carga el diablo, y que dicen que una vez, de un palo de escoba, salió una bala.
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