Evidentemente que el gran tiburón blanco, el "White Shark", es un bicho que si te lo encuentras de cara dentro del agua te da un "yuyu" que te cagas.
Pero esto no es, ni ha de ser jamás, razón suficiente para acabar con él y arrasar con todas las poblaciones de tiburones de los mares, la cima de la cadena trófica marítima, y que con su desaparición, aparte de la pérdida de su belleza y del drama que toda desaparición de una especie comporta, se descompensa y perjudica todo el equilibrio biológico de los océanos.
Y menos, mucho menos, si su masacre es casi exclusivamente para cortarles la aleta dorsal, en vivo, y volverlos a soltar al mar para que mueran lentamente.
Y todo para que los putos chinos de los cojones y cuatro blancos "snobs" y criminales, se puedan comer una "sopa de aleta de tiburón".
Porqué lo que no es nocivo es pescar, de forma artesanal, unos cuantos marrajos en las costas andaluzas y que los sevillanos y gaditanos se zampen un plato, que a mi no me gusta nada pero sobre gustos no hay disputas, de "cazón en adobo". Como siempre, en los excesos está el mal y la pesca industrial del cazón (una familia de tiburones) también lo está acercando a su exterminio.
Coronel Von Rohaut
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