Hace pocos días veía yo, un año más, el desfile de las fuerzas armadas francesas que conmemoran, el 14 de julio, la toma de la Bastilla o inicio de la Revolución Francesa y que es la parada militar más importante de Occidente (*).
Las tropas desfilan por los Campos Elíseos (¿quizás la avenida más bella del mundo?) y llegan, de frente, a la tribuna presidencial situada en la majestuosa Plaza de la Concordia. Allí se dividen en dos columnas que pasan a cada lado de dicha tribuna. Excepto la Légion Étrangère que, puesto que la Légion no se divide ("La Légion marche sans jamais se diviser"), gira en una sola columna por un único lado.
Durante todo el desfile suenan marchas militares por la megafonía, que se apaga al llegar los legionarios; porqué la Légion lleva su propia música, formada por una banda de, especialmente, pífanos y tambores (que se llevan más bajos que los tambores de otras bandas), así como un "sombrero chino", viejo instrumento de origen turco. Y los legionarios desfilan los últimos, porqué su marcha es más lenta (**). Los demás cuerpos del ejército desfilan a 120 pasos por minuto, mientras que la Légion lo hace a 88, bamboleándose y con aire de "sobrados"; es "la cadence".
Coronel Von Rohaut
(*) Claro que ampliamente superada por la rusa de la Plaza Roja y la china.
(**) Al revés, la legión española marcha más rápidamente que los otros cuerpos, más vibrante pero menos marcial que la francesa.
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