Ya el prusiano Von Clausevitz explicó que al principio de cualquier guerra se repande una especie de niebla sobre el campo de batalla, que el bautizó como "la niebla de la guerra" y que es una opacidad, una oscuridad, que difumina y esconde todas las cosas por lo que es difícil orientarse y saber la posición o estado de los hechos, de las cosas y de las situaciones.
Si encima el ejército en cuestión es una pobre banda de matados como los rebeldes libios, la cosa se agrava.
Como la anécdota, dramática, ocurrida recientemente. Hemos visto por televisión como caía derribado un caza sobre Benghazi. Luego se vió un grupo de rebeldes saltando y bailando sobre los restos y un individuo, con su lanzamissiles al hombro y que era el que presumiblemente lo había derribado; y se pavoneaba.
Resultó que pocos días antes un piloto había desertado del ejército libio con su aparato y se había pasado a los rebeldes. Éste era el avión derribado y que era el único de que disponían, de lo que el individuo, orgulloso de su hazaña, no tenía ni puta idea.
Coronel Von Rohaut .
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