Mientras el coronel Khaddafi, sin oposición occidental, está recuperando todo el terreno y masacrando a su población y opositores (cuando se lea esta entrada quizás ya habrá tomado Benghazi o estará a sus puertas y es el ultimo bastión rebelde), la Guardia Nacional saudita, que son fuerzas paramilitares y pretorianas de Arabia Saudita, directamente bajo el mando de la casa real, ya han entrado, el pasado lunes, en Manama, la capital de Bahrein, con blindados y transportes de tropas (en la imagen), para ayudar a su rey, sunnita como los sauditas, a contener al pueblo, de mayoría chiita y que se estaba rebelando.
Los occidentales reunidos en Bruselas (Parlamento) y en París para la reunión del G8, han sido incapaces de ponerse de acuerdo minimamente sobre las acciones a tomar frente a Libia. En Bruselas Sarkozy con dureza y Cameron más pausado, pedían mano fuerte (*) y acciones militares. Pero la alemana Merkel no está mucho por la labor y algunos países, por distintas motivaciones, se oponen frontalmente a cualquier intervención, a menos que se produzca una petición formal y ayuda en hombres y en recursos monetarios por parte de la Liga Árabe. Les aterroriza que ante la invasión de militares occidentales y de pasado colonial en un país árabe, las poblaciones islámicas se encabriten y se produzcan manifestaciones antioccidentales, como ya ha ocurrido otras veces.
Pero, mientras tanto y para ayudar sus intereses tribales y de secta religiosa, los sauditas no se toman la molestia de pedir ninguna autorización ni a la Liga Árabe ni a su puto Alá y entran en Bahrein con armas y bagajes.
Coronel Von Rohaut
(*) Según testimonios, terminada la reunión y en los pasillos, el presidente francés Sarkozy la emprendió a gritos y casi a empujones, con la Alta Representante, la fea y pasiva británica Cathy Ashton, mientras Cameron le frenaba tirándole de la manga. Sarkozy le echaba en cara su inoperancia y el total fracaso de su Servicio. ¿Pero, a quien sirve Cathy Ashton?
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