Pero, por honestidad, no me queda más remedio. Una vez más y esta vez de forma muy temprana, ha vuelto a aparecer el gen del cainismo entre los independentistas catalanes: los personalismos ególatras, el afán de protagonismo por parte, siempre, de alguno, la dispersión de esfuerzos y la aparición de "capillitas", la falta de visión de altura para creer en un único objetivo al que deberían someterse todos los demás objetivos subalternos, etc., etc.
Laporta se ha separado del partido que ayudó a crear, Solidaritat Catalana per la Independència, para unir su mini-partido Democràcia Catalana a la Esquerra Republicana de Catalunya, que se lo comerá con patatas. Los estatutos de SI, partido que el colaboró de forma notable en su creación y estatutos que aceptó en su día, le impedían participar en una contienda municipal: pero no se contentaba con su papel pasivo en el Parlament y quería entrar en el Ayuntamiento, para tener más visibilidad personal, tener un escaparate. Una cuestión de frivolidad...
El problema de Laporta es que no aceptó sus limitaciones y el papel que se le había encomendado (que quizás él no entendió). Por su populismo y reconocimento social (salvo ciertos puntos negros pero ¿quién no tiene un pasado?) su aportación al nuevo partido era el de valla publicitaria, cartel electoral (y para esto era un excelente gancho) pero, luego, florero y estrella para mítines y asambleas. Para la brega parlamentaria diaria, presentar propuestas políticas y mantener duros debates dialécticos con los demás partidos (todos contrincantes al ser, SI, el único grupo parlamentario que sostiene la declaración unilateral de independencia), Laporta no tiene ni la formación intelectual ni política precisa; para ello está mucho mejor dotado el López Tena, otro carácter que te cagas pero con mayor entidad dialéctica.
Debido a ello, en la asamblea fundacional del partido que tenía que prolongar a la coalición que había conseguido colocar a cuatro diputados en el Parlament (gracias, en gran parte, al propio Laporta, hay que decirlo), se le arrinconó, es cierto, y se le ofreció la Presidencia de Honor (que creo que la rechazó).
Y ahora ha aceptado la oferta (envenenada) del Portabella, de ERC, para ir en un "lugar de salida" en las municipales con estas siglas que estaban en caída libre. Y con ello satisface su afán de estar en el candelero pero colabora en el objetivo inmediato de ERC que era desactivar, cuanto antes, al único partido que les podía hacer sombra con su oferta real de independencia frente a la oferta "ful" de ERC. Porqué Portabella en el "tripartito" municipal que ha permitido gobernar la principal alcaldía catalana a un miembro del PSC que es, no lo olvidemos jamás, la sucursal del PSOE español y españolista y que, como cúpula de la misma ERC, facilitó llegar a la Generalitat al mismo PSC/PSOE y el españolista Montilla. O sea, el independentismo real de ERC ya se ha visto y contrastado. Cuando Laporta dice que el seguirá con la misma ideología independentista, pero con ERC, hay que echarse a reír, pero de asco. Porqué sencillamente, aúnque quisiera, no podrá; no le dejarán y tendrá que votar acuerdos "tripartitos", ayudas al PSOE, etc.
Claro que la unidad, excusa en la que se ampara el Laporta, es un bien que hubiera sido valioso para las municipales; pero si eres independentista, y el único, los demás han de venir a tí si no quieres bajarte los pantalones ideológicos. SI irá sola (con los pequeños grupos que le dan soporte) a las municipales; es un riesgo y hemos perdido puntos con la marcha del Laporta, pero no podemos rendirnos... y el futuro está en las manos de Dios Todopoderoso (*).
¡ Que Deu i faci més que nosaltres !
Coronel Von Rohaut
(*) Y en las de más de un votante gilipollas, bobo o simplemente mal informado... y pido perdón por mi ramalazo poco democrático. Pero a veces aquello de "un hombre un voto" me toca los perendengues... Esperemos también que el indudable clima independentista que se respira en Catalunya, ayude.
(PS) En la imagen, monumento al Doctor Robert, en la plaza Tetuán de Barcelona.
Alcalde catalanista (que no independentista, ya que entonces no existía todavía claramente esta sensibilidad) de Barcelona en la transición del Siglo XIX al XX.
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