Hace poco me hacía eco que los USA desmantelaban la última de las grandes bombas de hidrógeno "standard" de su arsenal nuclear y decía que habían habido otros prototipos experimentales mayores.
Y precisamente tal día como ayer, 30 de octubre, hizo 50 años (¡medio siglo ya...!), que la URSS hizo explotar en la isla de Nueva Zembla, en el ártico, la más grande o mejor, potente, de todas las bombas jamás fabricadas.
La "Bomba del Zar", un arma termonuclear o bomba de hidrógeno de 27 toneladas de peso y 8 metros de largo y de una potencia de 50 megatones (equivalente a 50 millones de toneladas de TNT), que fue largada en la atmósfera por un Tupolev 95 especialmente modificado, y desde 10.500 metros de altitud. Frenada por un paracaídas, explosionó a 4.000 metros y el relámpago fue visible a miles de kilómetros. El champiñón, en la imagen, subió hasta 54 kilómetros de altura y, a pesar que se había podido retirar a 45 kilómetros de distancia, la explosión zarandeó al avión y
la depresión causada por la misma le hizo perder sustentación y cayó varios miles de metros y casi le destruye.
A 25 kilómetros a la redonda del punto de explosión quedó todo absolutamente volatizado; observadores situados a 270 kilómetros sintieron el calor y en Noruega se rompieron varios cristales.
No hicieron ninguna más; fue propaganda de la Guerra Fría.
Coronel Von Rohaut
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