viernes, octubre 07, 2011
Los Ballets Rusos
Leo que se ha inaugurado una exposición iconográfica (fotos, vestidos, carteles y objetos relacionados) en Barcelona sobre "Les Ballets Russes" de Sergei Diaghilev, que triunfaron en toda Europa en el primer cuarto del siglo XX.
No pienso ir a verla (por pura pereza) pero su anuncio me ha hecho pensar sobre el fausto evento cultural que representó esta compañía en su tiempo; que por descontado tampoco viví en directo (casi ni había crecido ni mi padre) pero sobre la que leí muchas crónicas de gentes que si lo habían disfrutado.
Aparte de los bailarines míticos, de una técnica revolucionaria y que eran también los coreógrafos de la mayoría de las obras, como los George Balanchine, Michel Fokine, Serge Lifar (en las imágenes), Léonide Massine, algunos, si no todos, homosexuales como el gran Vaslav Nijinski que fué, además, el querido del director y promotor-propietario Diaghilev igualmente homosexual. Quizás es que hay que ser invertido para tener la sensibilidad que, aparte de un físico atlético, requiere el arte de la danza. Y entre las "divas", la gran Anna Pavlova.
También es de destacar la promoción que Diaghilev hizo de muchos músicos como los rusos Moussorgski, Prokofiev y particularmente de Igor Stravinsky al que le estrenó, afrontando grandes riesgos por su modernidad, La Consagración de la Primavera y El Pájaro de Fuego, entre otras.
O de los también avanzados, franceses, Ravel, Poulenc, Debussy, Milhaud y Erik Satié (*). Así como del español pero afrancesado por cultura Manuel de Falla.
Y en las escenografías y vestuario se encomendó a pintores de vanguardia como Matisse, Braque, Utrillo, Derain y Pablo Picasso, así como a la emergente modista Coco Chanel.
Durante la Gran Guerra la compañía de Diaghilev, amparada por el rey Alfonso XIII, vino a refugiarse a España, a Madrid y, principalmente, Barcelona, en cuyo teatro del Gran Liceo inició sus giras durante aquellos años. Y en Barcelona colaboró, además de con Picasso naturalmente, con Josep Maria Sert y Joan Miró que ya eran artistas reconocidos si bien no todavía consagrados.
Fue, posiblemente, una de las mayores colaboraciones entre música, baile, teatro y pintura y una auténtica revolución cultural en su tiempo. Muy por encima de las "revoluciones culturales" que vivimos en nuestros tiempos actuales, mucho más grises y alejados del "glamour" y los fastos de las Operas y Ballets de Paris, Londres y Monte-Carlo. (*)
Y a este propósito recuerdo una novela, de un autor británico, que leí hace muchos años, aficionado como era yo a la "novela negra" y las obras policíacas o de espionaje. Se titulaba con un juego de palabras, "The bullet in the ballet", que en la traducción francesa que leí yo era "La balle dans le ballet" y en la que se representaban todas la trifulcas y envidias entre "glamour", arte, artistas, homosexualidad e intriga policíaca.
Coronel Von Rohaut
(*) Erik Satié es el compositor preferido del portero del Barça, Victor Valdés, pianista de conservatorio. Posiblemente no sea el músico preferido de Sergio Ramos ni de Cristiano Ronaldo (ni de Leo Messi tampoco, no quiero parecer parcial...).
(**) Solo lejanamente igualado, al término de la Segunda Gran Guerra, por el "Gran Ballet del Marqués de Cuevas", radicado en Monte-Carlo y creado por el chileno nacionalizado americano Jorge Cuevas, quien todavía contó con la colaboración coreográfica de Serge Lifar y tuvo como primer bailarín estrella, antes que este se pasase al Ballet de la Opera de Londres, de otro homosexual ilustre, Rudolf Nureev.
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