A la muerte de Steve Jobs he escuchado y leído verdaderas barbaridades, gilipolleces pronunciadas por analfabetos funcionales.
Como que Jobs estaba a la altura de un Einstein...
No voy a desmerecer lo que hizo este gran vendedor, este visionario, impulsor e inspirador de las nuevas tecnologías, promotor del aprovechamiento de los conocimientos científicos aplicados a las necesidades humanas, reales o inducidas.
Pero no era un científico ni siquiera un técnico. En realidad él no inventó nada si no que se rodeó y aprovechó de ingenieros que inventaban lo que él soñaba y que luego lo vendía maravillosamente. Un genio, sí.
Se parece mucho más y no deja de estar dentro de la tradición americana, a un Thomas A. Edison que, al igual que Jobs, se enriqueció enormemente con sus aplicaciones, las cuales nos hicieron la vida más fácil y más cómoda e interesante: nos hicieron adelantar en la civilización. A pesar que a Edison le costó reconocer que la corriente alterna era muy superior a la continua que producía su empresa.
Pero Jobs, de sabio científico, nada de nada. No nos trastabillemos.
Coronel Von Rohaut
martes, octubre 11, 2011
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2 comentarios:
Mi coronel, he oído decir eso también del Bill Gates y sus marrullerías.
Otro que tal...
Y ojalá en Europa tuviéramos muchos Jobs y Gates, y Henrys Fords y tal y tal.
Pero no los elevemos al altar de los sabios. Normalmente, en los USA y sus universidades, a los sabios los importan de Europa. Ahora menos pues ya tienen muchos judíos propios.
Ellos, lo que hacen muy bien es emprender y aplicar.
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