Hoy, día de Sant Jordi, mi hija no viene a comer, como es habitual en este día de la semana, ya que junto con su hija, mi nieta, aprovechaban el mediodía muy soleado para ir a recorrer puestos de libros por el centro de Barcelona y comprarse alguna novedad editorial de las cientos que se presentan. Me encanta que se conserven las tradiciones, sobre todo las referentes a la cultura en general y a la de la personalidad catalana en particular.
Pero yo, a pesar de ser un romántico empedernido, no soy comedor de pétalos de rosas todo y saber que ya se utilizaban en la cocina medieval. Y esta mañana, en lugar de rosas, en el Mercado he comprado unos boquerones que tenían muy buena pinta, tiesos y plateados. Los he enharinado y frito en abundante aceite y, en su punto de sal, me los acabo de zampar crujientes "comme il faut". Pura delicia organoléptica y, oh milagro, por cuatro céntimos. Casi no me lo puedo creer...
Coronel Von Rohaut
martes, abril 23, 2013
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