martes, abril 09, 2013

¡Que te crees tú que esto viene de ahora...!

"Todos aquellos que desde hace tiempo quieren mal a nuestra tierra, enemigos declarados o hipócritas envidiosos, pueden felicitarse. Catalunya, la industrial, la poderosa, la trabajadora, se encuentra en un callejón sin salida. Caída en una trampa puesta ex profeso..... entre huelgas y lock-outs... el espectáculo de la agonía de Catalunya no puede resultar ingrato a la gente centralista... todo lo que vá contra la riqueza de Catalunya hace el juego, admirablemente, a los poderosos de Madrid... si esto que pasa ahora no es una intencionada conspiración contra nuestra tierra, ciertamente lo parece. No hay ninguna duda que se aprovechan... Catalanes, si no nos salvamos nosotros, nadie lo hará. El estado español no lo hará, ni nos convendría que lo hiciera..."


Pues bien, este artículo del que he reproducido unos extractos y que recuerda hoy el catedrático de periodismo J.M. Casasús, lo escribió en un periódico de Terrassa el periodista y economista Ramón Rucabado (formado profesionalmente en la mayor industria de Catalunya, "La España Industrial" en la imagen, un dibujo de las instalaciones a principios del siglo XX) y publicado el 19 de diciembre de 1919 con el título "El pie al cuello de Catalunya".

Ya ha llovido desde entonces pero, hostia qué curioso, las relaciones de Catalunya con España y la ruina que siempre nos quiere buscar Madrid, son la historia que no cesa...

Coronel Von Rohaut

2 comentarios:

interbar dijo...

Claro, mi coronel, que después llegó la época franquista en la que Cataluña se convirtió en el 39% del PIB español.

Coronel Von Rohaut dijo...

Claro que también, en la época franquista, empezó la brutal industrialización de Madrid y si "hinterland" (donde jamás había habido ni una gran idustria manifacturera, pues era país de funcionarios).
Y unos tíos-abuelos míos, propietarios de una hilatura textil en Suria (cerca de Manresa), cuando pidieron permiso para ampliar su fabrica (había que pedir permiso hasta para sacudirsela con una u otra mano), les dijeron que sí, que la instalasen en Sevilla, donde hubiera fracasado ya que allí no había nadie con conocimientos de la fabricación textil, ni ninguna cultura industrial.
Se instaló una fábrica metalurgica en Linares (Jaén), la Santana, y cuando llegaba la época de la recogida de la aceituna, durante muchos años, los obreros dejaban de ir a trabajar para ir a recoger sus cuatro aceitunas en su pequeño terreno familiar...