Según un estudio de un laboratorio de la US Navy, la arena de aquel país contiene una alta proporción de magnesio, silicio, hierro, aluminio, cromo y otros metales. Las frecuentes tormentas de arena así como el polvo levantado por los rotores de los helicópteros al viajar en ellos o permanecer en su vecindad, hacen que los cerca de 98.000 militares occidentales respiren e ingieran gran cantidad de dicha mezcla neurotóxica y de la que se está estudiando cual puede ser su incidencia en los daños cerebrales. Entre los años 2003 y 2009, entre Irak y Afghanistan, se han diagnosticado 64.000 de tales daños entre la tropa y la recuperación de dichos soldados ha tenido un coste estimado de 1.700 millones de dólares.
En la foto de un "post" anterior mostraba a unos "contratistas" americanos en medio del ambiente polvoriento de esa mierda de país.
Y, aparte de lo señalado más arriba, cuando el general David Petraeus comparezca ante el Comité Militar del Senado para confirmar su toma del mando directo de las tropas aliadas en aquel país, dicen que le podrían preguntar lo siguiente:
- Si mantendrá la suspensión de los raids aéreos ordenada por McChrystal o reanudará la guerra desde el aire.
- Puesto que la guerra contra el tráfico de la droga depende de cada región, del día de la semana y de lo fuerte que haya sido el café matutino del comandante americano de la zona, cual será la nueva actitud: quemar los campos de amapolas, facilitar cultivos alternativos, o vivir y dejar vivir.
- Qué hará, con los pocos soldados de que dispone y teniendo en cuenta el tamaño del país: mandarlos a los campos de amapolas de Helmand, a las zonas densas de insurgentes de Kandahar, a los refugios de los talibanes del sur o las nuevas zonas turbulentas del norte.
- Qué hará con el embajador Eikenberry que no aprueba la doctrina de contrainsurgencia, y que coño pinta el delegado político Richard Holbrooke.
Lo iremos viendo.
Coronel Von Rohaut
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