Está claro que cuando, en unos Juegos Olímpicos los deportistas desfilan marcialmente detrás de su bandera nacional, están haciendo política y enarbolando su legítimo nacionalismo. Y es incluso nacionalismo fanático cuando los seguidores de un equipo X gritan como energúmenos cuando sus colores ganan al de los seguidores de un país vecino. Casi siempre el deporte es política.
Es por ello inaudito que algunos, muchos, comentaristas deportivos de cadenas españolas nacionales, se rasguen las vestiduras (cínica e hipócritamente, claro está), cuando en el campo del Barça se hacen ondear banderas catalanas y/o "esteladas", o el Sandro Rosell (y antes, mucho más el Laporta), dicen que el catalán es el idioma del club, el sentimiento del club (por más seguidores que tenga en el resto de España y en el extranjero), o hasta cuando solo dice que él es catalán...
"¡No hay que politizar el depooorteee...!" chillan embravecidos, los gilipollas mediáticos de siempre.
Los mismos que esta mañana (lo he oído yo por la radio...), en lugar de alabar lo bien que había pilotado el Fernando Alonso y lo justamente que había vencido el GP de España en el Circuito de Catalunya, en Monmeló, solo hacían hincapié en la cantidad de banderas españolas que ondeaban entre los asistentes, la bandera española que lució en la vuelta de honor el Alonso (me parecería fatal que no lo hubiera hecho, ya que él es español; pero que, por cierto, está prohibido por la Federación Internacional) y que el Presidente Mas tuviera que escuchar, firmes, el himno español que sonó cuando subió a entregarle el trofeo de vencedor al Alonso. Esto último lo resaltaban enseñando el colmillo y con una risita sardónica...
Juraría que la gilipollez babosa va en el ADN de muchos españolitos, demasiados de los cuales tienen la desgracia (o la suerte, que nunca se sabe) de no conocer quién es su padre...
Coronel Von Rohaut
lunes, mayo 13, 2013
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