lunes, noviembre 01, 2010

Cosas que vienen de lejos

Leyendo una crítica de la reedición de obras clásicas de la literatura catalana, espigo dos datos que me confirman o recuerdan lo que yo digo siempre, y es que no hay nada nuevo bajo el sol:
  1. Uno es una referencia a la gran crisis financiera internacional (Europea) del siglo XIV, un "crak" similar al actual y que fue, en el año 1.381, la mayor quiebra de la Corona de Aragón. Sus causas, que duraron en el tiempo: la Guerra de los Cien Años, las pestes que diezmaron y empobrecieron las poblaciones europeas con hambrunas incluidas, las repetidas devaluaciones de la moneda (el florín de oro catalano/aragonés) por excesos en la concesión de créditos y que empobrecieron las ciudades y motivaron las revueltas campesinas, etc..
  2. Otro es que, en relación a los sinvergüenzas y pseudo-intelectuales que, machaconamente, afirman que Catalunya no es una nación ya que jamás fue un estado soberano o independiente y que nuestras actuales reivindicaciones están basadas en romances y fantasías (Alejo Vidal-Quadras, Mario Conde y demás bastardos lo dicen, día sí y día no, en sus tertulias del canal televisivo Intereconomía, al parecer muy ligado al Opus Dei). O a los que conceden que, como máximo, hubo un Reino de Aragón que englobaba al Principado de Catalunya (olvidando malévolamente que bajo sus últimos Condes de Barcelona, ya era Catalunya un territorio o estado propio). A todos ellos el crítico del libro de Bernat Desclot "El llibre del Rei en Pere", que narra los hechos del conde Ramón Berenguer IV "el Gran", del rey Pere I, de Jaime el Conquistador y del rey Pere II "el Gran", aclara que Desclot, que era el Tesorero de Pere II, era antiaragonés (digo yo que ya tendría sus razones o premoniciones)(*) y en sus escritos originales siempre citaba a Catalunya y jamás la Corona de Aragón, que era un título sobrevenido, adoptado y absorbido.

Para que conste.

Coronel Von Rohaut

(*) Años más tarde, aragoneses y valencianos (junto con algunos nobles catalanes enfrentados con la monarquía por temas de economía y poder), liderados por el "joputa" del predicador valenciano San Vicente Ferrer, en el Concilio de Caspe se confabularon para, democráticamente, defenestrar al que era sucesor legítimo y lógico del Casal de Barcelona (el Conde de Urgell "el Dissortat", encerrado después, y hasta su muerte, en el castillo de Xàtiva), para entregarle el reino, en bandeja, a la casa de Trastámara, una rama bastarda de la casa real castellana. Y de aquí vino luego la unión de Fernando e Isabel, la fundación de España (un invento castellano) y la paulatina e inexorable desaparición de la nación catalana como Estado.

Hasta hoy.

2 comentarios:

interbar dijo...

El problema con la palabra nación es que tiene diversos significados.
Cataluña o la Casa de Aragón fue un importante estado medieval pero para que aparezcan las naciones políticas hay que esperar a finales del siglo XVIII cuando la gente (la burguesía) se articule políticamente. Los primeros pensadores nacionalistas en España serán Mayáns, Luzán, Ensenada, Cadalso, Jovellanos, Aranda entre otros.
La puesta de largo del concepto de nación política en Europa es el grito de Valmy.

Coronel Von Rohaut dijo...

Está claro que también para mí los estados modernos nacieron con la Revolución Francesa y con ella el sentido de "espíritu nacional" o de pertenencia de los ciudadanos a una institución que eran ellos y de la que no eran solo unos súbditos, como bajo el "Anciem Régime".
Pero también bajo las monarquías anteriores existían unas administraciones estatales, más o menos modernas y eficientes.
En cuanto a la nación y su concepto, sobre todo en aquellos territorios que no tienen estado propio, para mí son algo más cultural, histórico y de lengua; un sentimiento, en suma.
Como Catalunya, Escocia, Flandes, etc.
Y que también pueden tenerlo, a su vez, todas las naciones con Estado propio (y es más fácil), así como las que, como los USA y a pesar de su diversidad en los orígenes, han sabido aglutinar a su pueblo bajo una bandera y una Constitución integradora.