España, Catalunya y la puta "pela"

Según aseveración de la oposición, no negada, la Generalitat de Catalunya está "pelada y arruinada" (y no precisamente por haber abierto cuatro delegaciones en el extranjero, ni por el chocolate del loro).

No puede ni pagar sus servicios ni a sus proveedores, cuyos pagos está retrasando. Ha intentado obtener créditos de la banca aportando, como avales, los compromisos de pago pendientes del gobierno central que le debe, a la Generalitat, millones de euros; la banca no los ha aceptado lo que indica el nivel de garantía que les merece el gobierno "sociata". O quizás, lo que nos les merece ninguna confianza (la banca no es tonta), es el nivel de compromiso moral de dicho gobierno central, de cumplir sus obligaciones hacía los catalanes...

Por que no solo hay la deuda cumplida o sea, la morosidad de Madrid con Barcelona. Hay, además y por mucho más dinero, el incumplimiento de todos los acuerdos de financiación y de inversión; incluso la puta mierda de financiación que el PSC le arrancó a Zapatero. No la financiación, correcta, del primer borrador del segundo Estatut (el aprobado por mayoría en el "Parlament") que rápidamente fue "cepillado". Ni siquiera la ya mucho más "escuchimizada" que se desprendía del Estatut finalmente aprobado en las Cortes pero que debía ser refrendada (discutida conjuntamente con las demás comunidades a través de una Ley Orgánica o sea, nada de tratamiento especial por más que lo consagrara dicho Estatut) y que se materializó en una puta mierda de financiación, recortada al máximo de sus límites legales y sin ninguna garantía de cumplimiento como se ha comprobado después. Aquella que, después de su negociación, los representantes del "alma catalana" del PSC, los Consellers Castells y Nadal, vinieron a explicarnos que era tan buena, la mejor de la historia y que se habían alcanzado casi todos los objetivos: mentira podrida ya que era una piltrafa de financiación y les habían tomado el pelo, enredado como a chinos. Igual que una burla era el mal llamado "traspaso de cercanías", una auténtica chirigota, un escarnio, un meársenos en la boca.

Bueno, pues ni esto. La Cámara de Comercio de Barcelona, el Círculo de Empresarios y demás organismos nada (pero es que nada) sospechosos de independentismo, están denunciando que las inversiones previstas en los acuerdos firmados por los servidores del estado (no un grupo de caballeros e hidalgos españoles, o sí, si no una banda de delincuentes mafiosos, fascinerosos y bandoleros salteadores de caminos) no se cumplen ni en un 50%. Por cierto, como siempre, año tras año; leáse si no y comparese, lo presupuestado con lo realmente ejecutado.

O sea, nos niegan lo que nos corresponde, al final nos conceden una mierda y ni eso nos pagan, ni de lejos...

Si no fuera por que algunos son buenos y respetables amigos, a todos estos catalanes de buena fe que, en una ráfaga de locura, demencia, iluminismo o enajenación o santidad mal entendida, se siguen declarando tan españoles como catalanes mientras los "españoles" nos despluman y despojan, nos arruinan y aniquilan (*) como sociedad, nación, grupo humano y económico, les diría cuatro de frescas. En arameo, por descontado.

Coronel Von Rohaut

(*) En pocos años y gracias a la demolición practicada con el expolio del desequilibrio fiscal (22 mil millones de euros anuales, más el desfase, también en contra nuestra, del balance de la SeguridadSocial, que son cuentas separadas), sumado a las trabas políticas, burocráticas y funcionariales (aeropuerto, AVE, infraestructuras viarias y portuarias, corredor mediterráneo, etc.) de todo tipo para frenar nuestro desarrollo, Catalunya ha pasado de tener la segunda o tercera renta per cápita del estado (siempre detrás de vascos y navarros, los cuales pueden disponer libremente de todos sus recursos, que bien suyos son) a tener una de las más bajas una vez ha contribuido al "nivelamiento" de quienes no aportan ni un duro al fondo común. Algunas de cuyas comunidades, después de tal "nivelamiento", escarnio, afrenta y humillación supremas, se permiten superarnos.
¿Nos lo tendremos merecido? Por burros, sí.