Yo tengo un perro; más exactamente, una hembra de raza "pointer", perdiguera y de fino olfato pero que como yo ya no cazo, es un animal de compañía y que se considera a si misma y yo la creo, un componente más de la familia y, además, con bastantes prerrogativas:
- Tanto el sofá como mi sillón particular, el colchón que tiene en el suelo del comedor, la cama de mi hijo y un sillón de la habitación de mi hijo, forman parte de "su" mobiliario. Que utiliza a su elección y de forma rotatoria; y de los que nos echa educadamente o pide sitio si los usamos nosotros cuando ella los desea para dormir, hacer la siesta o, simplemente, tumbarse panza arriba y relajarse.
- A la hora en que la acostumbramos pero que se ha apropiado, y con precisión de minutos (a las 2 menos cuarto y a las 20 menos cuarto), reclama su ración de pienso. Pero al poco rato, si no nos ponemos a comer nosotros, de lo que ya sabe que algo le tocará, gime y revolotea nerviosa. Si hacemos pasta o paella, ya calculamos una ración de más para ella, que se zampa sin por ello haber renunciado previamente a su pienso. Y cada mañana y ella ya lo espera, le traigo algún pequeño "croissant" que le compro, para ella, en la panadería.
- Pide salir a pasear cuando lo decide (o si a mi se me ha pasado la hora habitual) así como me trae la cuerda para jugar cuando le viene en ganas que, generalmente pero no siempre, es a horas o a momentos convenidos, por ejemplo, cuando regresamos del paseo de mediodía.
- Está reluciente y gorda. Pero a su edad no la quiero privar de su mayor placer, que es comer. Y vivir en manada, siempre lo mas cerca posible de nosotros; si bien de vez en cuando se retira un ratito a la habitación de mi hijo, al otro extremo del piso, no sé si para meditar o descansar de nuestra presencia.
- Como que si, con una galleta o algo de comida en la mano, le doy instrucciones, las cumple a rajatabla, rápida y firmes como un "marine" (¡señor, sí señor!), sé perfectamente que entiende casi todo lo que se le dice. Por ello, si cuando le ordeno que venga o se vaya, suba o baje, entre o salga, se siente, se levante o se eche, etc., si no obedece estoy contento pues sé que no es que no lo entienda si no que está actuando bajo su libre albedrío y hace lo que le da la real gana que, generalmente, es obedecerme contenta de hacerlo. Quien diga que los perros no tienen inteligencia, es que es un imbécil; no son solo reflejos condicionados, impulsos instintivos y genéticos o respuestas hormonales (que sí y principalmente). Estoy seguro que también sufren, piensan y escogen. Como cuando, teniendo el cazo lleno de agua, de vez en cuando me llama con ladridos medidos y comprensibles, para que le abra el grifo y beber a chorro, que le encanta.
- A cambio, nunca nadie me ha recibido con la alegría con que lo hace ella, aúnque haga solo un instante que me he ido, y aúnque no le traiga nada a mi regreso.
- Como anteriormente ya he recordado aquí mismo otras veces, estoy de acuerdo con el escritor inglés Somerset Maugham cuando dijo "Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro".
¡ Guau, guau !
Coronel Von Roahut
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